"UN CUENTO PARA IRENE", CULTURA Y SOLIDARIDAD
“Para mí es un placer
colaborar con lo único que tengo: palabras e historias, en este libro solidario
para la pequeña Irene…” Esta frase que yo también hago mía, es de Cristina
Selva, una de los 13 autores lorquinos que hemos participado en “Un cuento para
Irene”. Este libro en el que yo participo con el cuento “El niño que quería ser
estrella del fútbol” se presentó el pasado jueves 12 de mayo en el Centro
Cultural de Lorca.
Desde este lugar que es mi espacio,
manifestar mi orgullo por poder aportar mi granito de arena para ayudar a
paliar las muchas necesidades de la pequeña Irene, una niña con parálisis
cerebral severa. Y orgullo también por haberlo hecho junto a 12 compañeros
lorquinos que son grandes escritores pero que han demostrado ser más grandes de
corazón. En una noche en la que la solidaridad fue la protagonista, la emoción
se palpó en cada uno de los rincones del salón del Centro Cultural de la Ciudad
de Lorca. Porque emocionante fue escuchar a Jorge González, locutor de Cadena
Azul Lorca, que una vez más dio muestras de su compromiso con la cultura, y que
condujo el acto con su habitual maestría. Emocionante fue escuchar a José Luis Montiel,
impulsor de este proyecto. Emocionante fue escuchar a Fran J. Marber, el hilo
conductor que nos unió a todos.
Emocionante fueron las palabras de Mari Luz Bravo, que vino expresamente desde
Madrid, donde reside, y que habló en nombre de los escritores. Y emocionante,
muy emocionante fue escuchar a Manuel, padre de Irene, que nos habló un poco de
su hija, y del que solo diré que fueron las palabras sinceras y sentidas de un
padre agradecido.
Nuestro agradecimiento
más sincero a quienes nos acompañaron en este acto entrañable, o a quienes sin
poder hacerlo han mostrado y siguen mostrando diariamente interés por comprar
este libro de historias imaginarias, escritas desde lo más profundo de nuestros corazones. Una vez más, y como
siempre, Lorca está a la altura. Gracias de corazón, y no por nosotros, sino
por la Princesa Irene.
Manuel Morales García (14-05-16)
A ANDRÉS ESCRITOR, COMPAÑERO, AMIGO.
Hacía
tiempo que me asaltaba la idea de escribir de Andrés, y me decido a hacerlo
ahora con motivo de su nuevo libro, que acaba de ver la luz, y cuya puesta de
largo tendrá lugar este próximo viernes 20 de noviembre en un marco
incomparable: una de las salas del hermoso Palacio de Guevara.
Andrés
Ruiz Sanz, Lorca 1990, veinticinco años y unos meses. Lo vi nacer y lo vi
crecer, pues nació y vivió sus primeros
años no solo en mi barrio, sino en mi edificio frente al emblemático parque de
La Viña. El traslado junto a su familia siendo muy niño a otro lugar, aunque
dentro de nuestro barrio, hizo que el
contacto no fuese tan estrecho, pero nuestro gusto común por la cultura en
general y por la literatura en particular, hizo que nuestros destinos se
volviesen a cruzar hace unos años.
Andrés
entre otras cosas, de las muchas que hace, y hace bien, jugó al fútbol, algo
quizá no muchos saben. Jugó en las bases del Lorca de portero, y a decir por
alguien que entiende mucho de esto y que fue su entrenador, era bueno. Los
porteros de fútbol dentro de un equipo son gente especial, y Andrés lo es. Ha
trabajado en una gasolinera, es cocinero, sus asados a la miel son una delicia,
hostelero, y tiene tiempo para escribir, y escribir maravillosamente bien. A sus veinticinco años, tres novelas
publicadas, “Lágrimas de Fuego” que
ahora ve la luz es la cuarta, una obra de teatro, trabajos importantes en algún
blog, creo que es suficiente bagaje para augurarle un excelente porvenir, algo
que no solo creo, sino que le deseo.
Inquieto,
inconformista, rebelde ante las injusticias que
nos acechan, regenta desde hace poco más de año y medio la Cafetería
Stevia junto a Belén, “su imperio”, como él mismo la llama en los
agradecimientos de “Lágrimas de Fuego”. Stevia es el lugar que él se empeña, y
lo está consiguiendo, en hacer un rincón de la cultura, en el que tengan cabida
todos aquellos que tengan algo que decir: exponer un cuadro o una fotografía,
recitar un poema o cantar una canción. Andrés es un ejemplo de que,
afortunadamente existen jóvenes que merecen la pena, y que hacen que sigamos teniendo esperanza en el futuro.
No
dejes nunca de soñar, amigo, sigue persiguiendo tus sueños, estoy seguro de que
el futuro no muy lejano tiene reservado un lugar de privilegio para ti. Y no
dejes nunca de caminar junto a ese ángel que tienes a tu lado, de rostro dulce
y con nombre de portal divino, porque tú la mereces y ella te merece.
Mis
más sinceros deseos para ti en este proyecto y siempre.
¡Un
abrazo de los que traspasan el alma!
Manuel Morales García (14-11-15)LA OTRA CARRERA
Tras
haber participado en muchas pruebas: carreras a pie, en bicicleta, marchas
senderistas, etc.., ayer lo hice por primera vez como voluntario en la IV Peñarrubia Trail Lorca y Senderismo Benéfico
a favor de APAT (Asociación de Padres de Atención Temprana), que dicho sea de
paso realiza una labor impagable.
Pude
percibir desde dentro, como es la “otra carrera”, la de las decenas de personas
que desde muchos días antes preparan todo con mimo y con esmero, y que el día
de la prueba, desde antes del amanecer se encuentran al pie del cañón ultimando
detalles, distribuyendo controles y avituallamientos para que todo salga a la
perfección.
La
experiencia no pudo ser más gratificante y el madrugón de una mañana de domingo
queda con creces recompensado con risas y lágrimas, con cada gesto, con cada
gota de sudor de los participantes en la prueba que, en definitiva, son los
auténticos protagonistas.
Es
el deporte en estado puro, el que no está malvado por los intereses del
poderoso Don Dinero. ¿Qué mueve a alguien una mañana de domingo a hacerse un
montón de kilómetros para desplazarse al lugar de la prueba y participar en la
misma: un trail de montaña en el que te pegas una “pechá” de subir y bajar por
sendas en las que hace tiempo dejaron de pasar las cabras, sabiendo que lo
único que puedes ganar es una semana de agujetas, un esguince, magulladoras
múltiples y rozaduras y ampollas.
Pues
bien, yo sí sé lo que les mueve: espíritu de superación, compañerismo, amistad,
vida y hábitos saludables, por poner solo unos ilustrativos ejemplos. Y en mi
recién estrenada labor como voluntario anécdotas que no tienen precio: unas por
humor, y otras por emoción. Que estés en un punto de control de paso al final
de una endemoniada y empinada subida de varios kilómetros, y que los corredores
que van exhaustos te den los buenos días, te den las gracias cuando les das
ánimo, o simplemente te muestren una sonrisa; que una veterana corredora,
exhausta también, pero con buen humor te suelte: ¡qué calor hace, copón, eso
que decían que iba a llover!; Apreciar como una participante, una chica joven,
pide un poco de agua y el chico que iba justo delante se vuelve y dice: “ a mí
solo me queda un poco de acuarius, ¿quieres?” ofreciendo lo poco que tenía
cuando aún le quedaban 8 kilómetros. Son cosas que solo es capaz de hacer la
gente educada en unos valores, en los valores del deporte.
¡Qué
grande es la gente del deporte!
Manuel Morales García (28-09-15)
LA ZANCADILLA DE LA ESPERANZA
Hace unos días, una “elementa” a
la que me niego a ponerle nombre porque sería hacerle una publicidad gratuita
que no merece y a la que me niego a llamarle “periodista” porque sería un
insulto a tan loable profesión, decidió cometer una tropelía que dio la vuelta
al mundo. La tal “sujeta”, puso una zancadilla a un hombre que huía desesperado
de la barbarie que los humanos sabemos provocar como nadie en este planeta que
habitamos. Que esta persona cargara con un niño, no fue impedimento para que esta
degenerada cometiera tal abuso, no siendo suficiente las entrañas de madre que
toda mujer lleva dentro. Si lo es, compadezco a su hijo, o hijos, y si no lo
es, rezo a Dios y a Alá, para que no lo sea nunca.
Este acto indigno, ha servido
para que conozcamos el drama de Son Osama Abdul Mohsen, torturado en su país
por un régimen terrorista y que ahora lucha contra unos terroristas aún más
terroristas. Su familia desperdigada por media Europa: un hijo que había huido
ya y que se encontraba en Alemania; él huyendo con su hijo de siete años cuando
sufrió la vergonzosa zancadilla; y su mujer con otros dos hijos que permanecen
en algún lugar de Turquía.
Afortunadamente, a un acto
provocado por el lado más ruín de la condición humana, se responde con el lado
más encomiable: el de personas generosas que dan lo mejor de sí mismas en
beneficio de los demás. Personas así, son las que han hecho que la zancadilla
de la vergüenza haya pasado a ser la ZANCADILLA DE LA ESPERANZA. No lo tendrá
fácil Abdul Mohsen en su nueva vida en España a partir de ahora, pero al menos,
a él y su familia, la vida les va a brindar una segunda oportunidad. Es solo una pequeña gota de agua en el
inmenso océano de necesidades que supone esta catástrofe humanitaria. Pero, sin
duda, noticias como esta, nos dejan un buen sabor de boca. Ojalá todas las
zancadillas de la vergüenza, se conviertan siempre en esperanza.
Manuel Morales García (18-09-15)